Los rituales de fin de año tienen un significado antropológico profundo. El descubrimiento y aprovechamiento de los ciclos naturales ha sido desde finales del neolítico una constante en todas las culturas agrarias. La planificación a largo plazo permitía establecer prioridades en las tareas, realizar trabajos comunitarios y conocer el momento oportuno para cada actividad.
Las tradiciones más antiguas aprovecharon los ciclo anuales para organizar la vida social y mejorar las penosas circunstancias de partida. Con la observación de estos ciclos las sociedades se hacen más fuertes aprovechando el conocimiento del impulso natural de las partes diferenciadas del año.
En cada persona resuenan estas tradiciones y se actualizan en los cambios de estaciones, solsticios y finales de año. Son momentos singulares para dotar de un significado al resto del año. La mayoría de los rituales de fin de año (independientemente de cultura, calendario y antigüedad) hacen especial hincapié en la idea de limpieza. El año que se abandona debe ser borrado por completo en sus señales más características.
Diferentes rituales de fin de año
Por este motivo son frecuentes las hogueras donde se queman ropas, restos de cosechas, e incluso muebles viejos. El año que llega ha de tener la oportunidad de arrancar con espacio libre para escribir su propia historia.
En el plano más personal existen curiosas formas de leer signos que den una pista sobre lo que va a deparar para cada persona el nuevo año. En algunos países eslavos se parte una manzana a la mitad en sentido horizontal. Al quedar el centro de la manzana al descubierto la sección descubre en su «nuez» una forma de estrella. La perfección de la misma indica la lo positivo del año que aguarda a quien ha elegido y cortado la manzana.
En otros casos se ponen en un barreño o caldero una buena cantidad de agua de lluvia. Sobre la superficie se colocan cáscaras de nuez dentro de las cuales se escriben nombres de personas. El movimiento que se termina produciendo en las cáscaras de nuez indica el grado de acercamiento o alejamiento entre las personas señaladas por su nombre.
Somos deudores de la herencia que otros tiempos han dispersado en la forma de interpretar y ver el mundo. Los fines de año son una atalaya para cerrar con esa herencia un ciclo y comenzar con buenos augurios el siguiente. Si tienes alguna duda nuestros videntes puede aclarártela.
El ciclo de la vida se renueva en cada celebración. El rito permite interiorizar, personalizar y disfrutar una participación en los mismos.